

Y para ser un verdadero astronauta, necesitamos una estupenda nave en la que viajar por el Universo. Os propongo una forma muy sencilla de realizarla:
La infancia es tiempo de inocencia. Son peldaños muy altos y huellas de pisadas muy pequeñas. Es un mágico lugar de sueños, donde todo es posible. La infancia es para explorar... Es para remar... y llegar... y tocar. Y ver... y gustar... y oír... y aprender. Pero, sobre todo, para ser amados.
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